Planificar, preparar material y presentarme a impartir clases en un salón lleno de participantes era parte de mi día a día, pero todo eso cambió radicalmente con las disposiciones tomadas por las autoridades debido a la amenaza que representaba la pandemia. Esto hizo que todo el plan de trabajo que tenía establecido para desarrollar con mis participantes cambiara de un día a otro, porque su proceso formativo debía continuar, sin embargo, las condiciones no eran las mismas, no estaríamos reunidos físicamente en un aula, sino que debíamos hacerlo en un ambiente completamente virtual.
Lo anterior fue un reto, porque aunque conocía y utilizaba ciertas herramientas educativas tecnológicas en mis clases, estas no eran las predominantes, pues le daba mucha importancia a la interacción social. A continuación, cuento la experiencia que tuve con un grupo en particular, ya que en la institución para la cual laboro atiendo a diferentes grupos, pero el ser los primeros con quienes enfrenté esta situación considero que es el más pertinente para desarrollar.
Contexto
Para explicar el escenario en el que me encontraba al inicio de la pandemia, preparé la siguiente infografía en Genilly para que mediante la interacción puedas conocer la información.
Plataforma
La plataforma que institucionalmente se designó para el desarrollo de las clases virtuales fue Microsoft Teams, por lo que vale la pena que indique desde mi experiencia los beneficios y desventajas que representó en ese momento el uso de esta plataforma.
Teams de Elena Arreaza Metodología
Sin duda fue el reto más importante, porque no podía solo replicar lo que se hacía en la presencialidad, la metodología de entrega debía ser diferente. Por lo que inicié a incorporar actividades gamificadas, tanto individuales como grupales, trabajo en equipo mediante plataformas colaborativas, de tal manera que la metodología activa que la institución nos demanda se continuara dando, ya que según el modelo formativo de la entidad, es necesario aplicar el enfoque del constructivismo para que la intervención que realice genere aprendizaje significativo. Por lo cual, la metodología también la fui adaptando según la jornada de trabajo, la cual es de siete horas y por lineamientos institucionales, el 60% del trabajo debía ser sincrónico y el 40% asincrónico. Debido a que el plan formativo estaba diseñado para clases presenciales, fue necesario modificar las actividades, este cambio lo realicé considerando el propósito de la actividad (para que este se pudiera cumplir) y adecuándolo al grupo que estaba conformado por quince instructores, sus necesidades y las herramientas web que conocía hasta ese momento o las que descubría para que se adaptara a la finalidad de la actividad de aprendizaje.
Actualmente, creo que he mejorado mucho, pues soy más consciente de las decisiones que tomo al momento de planificar una clase, pues me enfoco en los objetivos que debo alcanzar y en aquellas habilidades que puedo reforzar desde la virtualidad, por lo que he diseñado mejor las actividades, selecciono mejores herramientas de trabajo, modero mejor las conexiones sincrónicas, genero mejores instrucciones para la parte asíncrona y al final de cada día evalúa los resultados obtenidos y la satisfacción de mis participantes.
Al evaluar la experiencia que tenido en este tiempo que he impartido clases virtuales, me parece importante resaltar los siguientes aspectos: Al revisar estos aspectos me siento aún más comprometida al cambio y dar lo mejor de mi en cada clase que imparto. ¿Y tú? Comparte tu experiencia en los comentarios, quiero saber sobre cómo fue esta transición y cómo la enfrentaste.
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